lunes, 13 de febrero de 2012

LA MISERICORDIA- UNA ENSEÑANZA DE JESUS

1.     En primer lugar, vamos a mirar la escena de esta historia:
  •   La carretera de Jerusalén a Jericó era notoriamente peligrosa.
  • Jerusalén está a 800 metros sobre el nivel del mar; el Mar Muerto, cerca del cual está Jericó, está a 400 metros bajo el nivel del mar; así que, en menos de 30 kilómetros, la carretera salva un desnivel de 1.200 metros. Era una carretera estrecha, bordeada por rocas, con vueltas y revueltas que la hacían terreno abonado para los LADRONES.
  • Cuando Jesús contó esta historia, hablaba de algo que sucedía con frecuencia en la carretera de Jerusalén a Jericó.

2.     En segundo lugar, fijémonos en los personajes.

(a)    Tenemos al viajero. A menos que tuviera una urgente necesidad, no fue muy prudente poniéndose en camino de Jerusalén a Jericó a solas, y menos si llevaba mercancías de valor. Los viajeros solían ir en convoyes o caravanas. Parece ser que este hombre estaba corriendo un riesgo innecesario. Fue imprudente.

(b)   Tenemos al sacerdote. Se apresuró a pasar de largo. Sin duda tenía presente que, si tocaba a un muerto, quedaba siete días en estado de impureza legal (Números 19: 11). Eso le impediría cumplir sus deberes en el templo, y no podía arriesgarse. Las exigencias rituales estaban por encima de la caridad. El templo y la liturgia contaban más para él que la vida de un hombre.


(c)    Tenemos al levita. Este parece que se acercó más al herido antes de pasar de largo. A veces los bandidos usaban reclamos así: uno de ellos se haría el herido; y, cuando un viajero ingenuo se paraba a ayudar, los otros bandidos se le echaban encima y le robaban. Tal vez el levita tenía la consigna de que «lo primero es la seguridad.» No valía la pena correr riesgos para ayudar a nadie.

(d) Tenemos al samaritano. La audiencia. Esperaría que ése fuera el más despiadado de todos. A lo mejor no era samaritano de raza, porque los judíos no tenían trato con los .samaritanos, y sin embargo parece que éste era un viajante de comercio al que conocía bien el mesonero. En Juan 8:48 los judíos llaman samaritano a Jesús. Se daba ese nombre a los herejes y a los que no cumplían la ley ceremonial. Tal vez este hombre era samaritano en el sentido de que los judíos fanáticos le despreciaban.

 Notamos dos cosas interesantes acerca de él.

©     ¡Tenía buen crédito! El mesonero estaba dispuesto a fiarse de él. Tal vez no fuera muy sano teológicamente, pero era honrado.
©     Fue el único que estuvo dispuesto a ayudar. Puede que fuera hereje, pero tenía amor en el corazón. No es tan raro encontrar que los religiosos están más interesados en los dogmas que en la ayuda al necesitado, y que el que desprecian los religiosos es el que ama a su prójimo.

3.     En tercer lugar, fijémonos en la enseñanza de la parábola.

El escriba que le hizo la pregunta a Jesús iba en serio. Jesús le preguntó lo qué decía la ley sobre eso.
  • Los judíos practicantes llevaban en las muñecas unas cajitas llamadas. filacterias en las que guardaban ciertos textos de la ley: Éxodo 13:1-10,16. «Ama al Señor tu Dios» es de Deuteronomio 6:4, y 11:13. Es como si Jesús le dijera: «Lee lo que pone en tus filacterias, y encontrarás la respuesta a tu pregunta.» A esos pasajes añadió el escriba, Levítico 19:18, que manda al hombre amar a su prójimo cómo a sí mismo; pero, con su pasión por las definiciones, los rabinos se preguntaban quién era el prójimo; los más estrechos contestaban que el prójimo era otro judío. Algunos hasta llegaban a decir que era ilegal ayudar a una mujer gentil en el momento del parto, porque eso sólo sería ayudar a que hubiera otro gentil en el mundo. Así. que la pregunta del escriba « ¿Y a quién se refiere eso del prójimo?> era normal.

La respuesta de Jesús implica tres cosas.


ü Debemos ayudar al necesitado aunque se haya metido en líos por su propia culpa o imprudencia, como era-probablemente el caso del viajero de la parábola.
ü  Cualquier persona de cualquier nación que está necesitada es nuestro prójimo.
ü La ayuda debe ser práctica y no limitarse a sentirlo mucho. Es posible que a eso sí llegaron el sacerdote y el levita, pero no hicieron nada más. La compasión, para ser real, tiene que desembocar en obras.
Lo que Jesús le dijo al escriba nos dice también a nosotros:

«Pues, anda; obra tú de la misma manera.»

Es de gran importancia que PRACTIQUEMOS la misericordia porque cuando venga el Señor dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.   Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui huésped, y me recogisteis;   desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.  Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber?   ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿O desnudo, y te cubrimos?   ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?   Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí  lo hicisteis.

No tenemos excusa para desentendernos de los que tienen grandes necesidades.
1.     si practicamos la MISERICORDIA:
(1) Obtendremos la  misericordia de Dios. Mateo 5:7 dice:

“Bienaventurados los misericordiosos,  porque ellos alcanzarán misericordia”
(2) Aprendemos a ser mas como El, reflejaremos su carácter en nuestras vidas. Lucas 6:36

“Sed,  pues,  misericordiosos,  como también vuestro Padre es misericordioso.”
(3) Nuestra vida será un perfume grato para el Señor.

 

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